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Capítulo 12 - Novela: Los Pesos Fuertes del Banco de Barcelona

Los Pesos Fuertes del Banco de Barcelona                   
Rafael López y Guillén

Capítulo Doceavo   





 

          Abrió la puerta un sirviente, y tras él Matías Muntadas y su esposa que no habían podido resistir el recibirles en la entrada de su casa.
         - ¡Juanito! - dijo la mujer de Muntadas. Apartó al criado y le abrazó apenas dio un paso en el interior de la casa. - ¡Qué alegría nos da el verte! - casi gritó de ilusión y ganas.
         - Malandrín, deja a mi esposa o te las verás conmigo - se separó la mujer y entonces se fundieron en un fuerte abrazo, con varias palmadas recíprocas en las espaldas. - Qué bien que estés de vuelta.
         Se dio la vuelta Juan Guillén, le dio la mano a su amiga que aún estaba afuera de la casa, y la atrajo hacia él hasta apretarla consigo.
         - Amigos, os presento a mi muy querida amiga Mary Morris - hizo una presentación con su mano para que la viesen.
         - ¡Qué guapa y delgada es! - Elvira se acercó a ella y le dio un beso en cada mejilla y la abrazó.
         - No entiende nada de español, así que hoy le haré de traductor - dijo Juan.
         - Pues no traduzcas esto Juan. ¡Qué joven! - dijo con ironía y sarna - que es para ti y encima pelirroja.
         De golpe Mary se separó de la mujer y avanzó en la casa al pasillo que seguía, se paró ante un cuadro y lo miró, tímidamente acerco sus dedos sobre el marco para tocarlo.
         - Es San Cándido, díselo Juan - comentó Montadas.
         - Creo que ya debe de saberlo, pero se lo pregunto - le iba a hablar al oído, pero ella se fue hacia otra obra. Le habló de lejos a Matías. - Su padre, que está muerto, fue uno de los pioneros en el Arts & Crats. Tiene una tienda de arte medieval en Londres, así que debe de apreciar tu colección que supongo habrás ampliado. Muéstrasela tú mismo.
         - Esta chica lo tiene todo. Ya me ha ganado el corazón, encima entiende de arte - comentó con una gran sonrisa Muntadas, yendo tras ella.
         La esposa de Muntadas cogió a Juan por el brazo.
         - Ven, déjalos que disfruten con su arte. Vamos por aquí, que están todos esperándote - le empujó hacia otra puerta que él abrió. 
          En el salón se le acercó Salvador Sama, su amigo, el Marques de Marianao que le dio un fuerte abrazo, se hizo a un lado, pues José Mansana le quitó de en medio, de quien recibió otro gran abrazo. Las esposas de ambos también le abrazaron y besaron.
         - ¿Claudio no viene contigo? - pregunto Mansana.
         - No, ayer se excusó yendo a recibirme al puerto. Hoy tenía no se qué reunión importante, y no podría venir. 
         En ese momento, entró al salón Muntadas.
         - Ven querida te presentaré a los demás invitados. Juan haz tu las presentaciones - tras él entro Mary, y se hizo el silencio. Todos hombres y mujeres la observaban.
         - Querida, estos son mis mejores amigos - dijo en inglés, así como los nombres de cada uno, que fueron reconociendo e intercambiando saludos de mano o besos dependiendo del sexo.
         - ¿Habéis venido en barco? Pensé que lo haríais por ferrocarril - preguntó Mansana.
         - Sí. Embarcamos en Liverpool, luego hemos hecho escala en Coruña, Vigo, Lisboa, Cádiz y más, hasta llegar aquí a Barcelona - respondió Juan.
         - ¿Mala mar? - ahora le tocó a Salvador Samá el preguntar.
         - Solo un poco, al pasar el estrecho de Gibraltar, pero nada. El barco se llama Joaquin de Pielago es de la compañía Transatlántica de Claudio, y, continua la ruta, pues lleva el correos hasta Filipinas.
         - Por favor, no os quedéis ahí de pie, vamos al salón de al lado, que lo hemos preparado para comer allí - dijo la anfitriona, y todos fueron hacia el sitio indicado.
         Tras distribuir los sitios, Juan al lado de la anfitriona y al lado de Muntadas, su amiga Mary enfrente. Se sentaron todos.
         Habló en ingles dirigiéndose a Mary.
         - Estamos hablando de que hemos venido en un buen barco, quieres decirles algo, se lo traduciré - pensó que así todos la mirarían, y estaría un poco más cómoda al participar de la velada.
         Ella explico su versión de la navegación y del barco, luego todos miraron a Juan esperando.
         - Preciosa embarcación, contaba con bombillas de electricidad que le extrañó encontrarlas. La decoración extraordinaria. Hasta había mármol en las escaleras y en la bañera - eso fue lo que tradujo Juan - Ahora yo añado, que hemos viajado por gentileza de Claudio, su patrono, en la mejor suite, cosa que le agradecí por supuesto ayer. Al recibirnos en tierra.
         - ¡Qué valientes habéis sido! -dijo la anfitriona, Elvira, la esposa de Muntadas - ayer hizo justo dos meses del hundimiento del Titanic. 
         A Juan le vino a la memoria ese día, el 16 de abril de 1912, la portada del diario de la competencia The Guardian, que fue el primero que tuvo una foto, y su titular que la acompañaba que le impresionó.
      The Titanic is sunk, with great loss of life.
         -
Se contaron muchas historias, de gente que había ido a Londres y sucumbió al placer de ese viaje. Tragedias, sobre todo para los hombres, pues muchos cedieron sus lugares en los botes - comentó la mujer de Muntadas.
         En ese momento, una sirviente trajo una sopera y fue pasando entre ellos sirviéndoles.
         - En tu honor Juan, sopa boillabaise - dijo la anfitriona.
         - Gracias - la probó. - Humm, deliciosa, y estos panes con salsa, como si estuviese en Marsella - le respondió con una sonrisa - ¿te gusta cariño? - le preguntó a Mary, que afirmó con la cabeza.
         - ¡Vamos a dejar las desgracias! - cambió de conversación Muntadas. - Me acaba de llegar hace dos semanas en el Olimpic, el gemelo del Titanic, mi nuevo coche biplaza, Brush Runabout D24. Lo han diseñado unos hermanos que antes trabajaban para la Cadillac. Supera los 30 kilómetros hora y tiene ocho velocidades - le cortó su mujer con una sonrisa ladeando la cabeza - Matías no nos aburras con tu coche.
         - Pero cariño, bien qué me dices que quieres ir, y ganar esa carrera que haremos hasta Tarragona - le devolvió la sonrisa haciendo el mismo movimiento de cabeza, lo que provocó que todos sonrieran.  
         - Juan - le preguntó directamente Matías Muntadas, como si no tuviese importancia - ¿hasta cuándo te quedarás, o qué vas a hacer?. Ya han pasado tus veinte años de destierro voluntario. - la pregunta hizo que todos dejarán de comer, volvieran su mirada hacia el que tenía que responder. Era la pregunta que todos habían querido hacerle y nadie se había atrevido.
         El preguntado se limpió los labios con la servilleta y la dobló en la mesa. Estaba pensando en la respuesta y así ganaba tiempo. La dejo a su lado y levantó la vista hacia todos, que aguardaban sin realizar ningún movimiento.
         - Aún estaré tres o cuatro días más como os he dicho por carta. Ahora trabajo en Londres, en el Times, desde hace tres años. He dejado atrás esos veinte años que estuve en Paris, en Le Figaró. Me gano bien la vida y aún estoy adaptándome a lo inglés como, por ejemplo, que allí se conduce por la izquierda, al contrario que aquí.
         No había respondido a la pregunta y había retomado el tema de los coches, buen político, se auto felicitó mentalmente.
         - Juan no eludas la pregunta - la mujer de Muntadas era más dura que él - ¿no vuelves para quedarte entonces?.
         - De momento no. Estoy realizando un trabajo nuevo, diferente con nuevos jefes y formas de trabajar, quizás en algún tiempo - respondió.
         - ¿Y semáforos?. Me han dicho que allí en Londres hay bastantes - Muntadas volvió al tema de la conducción, que no le molestaba tanto a su invitado y le incomodaba a él por ser su invitado.
         - En New York sí que hay muchos. Estuve hace unos años, y los tienen con electricidad y en colores: rojo 'parar' y verde para 'cruzar'. Aquí he visto pocos, por no decir ninguno - contestó.
         Todos volvieron a continuar con sus sopas.
         Juan carraspeó y levantó la vista. Todos al verle, volvieron a parar, quizás les quería decir algo más.
         - No sé cómo decirlo, estoy pensando en la forma, sin que sea muy crítico y que no ocasione molestia alguna - paró un poco, lo que consiguió que todos esperaran - Matías, me meteré un poco contigo que sé que no te sabrá mal, pues te conozco lo suficiente, ¿me das tu permiso?
         - Ten cuidado amigo mío, pero sí, si me quieres hacer el blanco de una broma, soy el adecuado. Se encajar golpes por todos sitios - rió, y todos lo hicieron, continuaron acabando la sopa algunos.
         - Te voy a hacer una pregunta, y quiero dos respuestas, una profesional y otra personal. Si no te molesta, podría enviarlo a mi editor y si la considera correcta tu respuesta profesional, la publicará - levantó las manos y dijo - "entrevista a un gran empresario español". ¿Puedo, seguro? - recibió la sonrisa y la afirmación con la cabeza.
         - ¿Qué opinas de que las mujeres dejen de trabajar en la industria de noche? Creo que está al caer esa noticia, he leído sobre ella en los periódicos de aquí. Tanto en Francia, como en Inglaterra, hace ya tiempo que se hace.
         - Ahora entiendo que seas tan mal amigo. Yo que siempre te defiendo, y tú me atacas mordiéndome la yugular - comenzó la réplica distendidamente y con sarna, para que todos sonrieran y estuvieran tranquilos.
         - No voy a dejar solo a Matías - ahora era Mansana el que le respondió. - Quizás sepa lo que no quieres decir. Otra pregunta ahora será sobre las sufragistas, que eso en Londres también va a caer en breve, por lo que he leído - rió él y el resto de comensales por la astuta replica usando su argumento.
         - Gracias José. Ves - Matías le señaló y miró a Juan, - él si es mi amigo, no como tú. Pero no me escondo y te voy a responder, pero perdona - hizo un gesto a alguien - que entren con el siguiente plato, que creo se va a enfriar sino lo está ya - todos rieron la verdad.
         Pasaron los criados, retiraron los platos vacios de la sopa y trajeron el segundo. 
         - Ohh, perdonadme mis modales, pero hace mucho tiempo que no comía este rico guiso de ternera con patatas - cogió pan, lo untó en el caldo con los dedos y se lo introdujo en la boca. - Humm, qué bueno. Así me lo hacia mi madre - dijo Juan y todos sonrieron. 
         - Bueno, te voy a responder ahora. Espero que tengas memoria, ya que no te voy a dar nada para escribir - habló Matías Muntadas y todos rieron. - Yo he seguido los consejos de mi padre: saluda a todos los trabajadores, entérate de sus nombres y familiares, pregunta y averigua si les pasa algo anormal. Eso me decía mi padre. Hace que ellos vean que te preocupas por sus cosas, y te lo devolverán incrementado. Cuantos más favores hagas, mejor. Él fue el primero que puso guarderías en las fábricas para los hijos pequeños, pues sino no podrían trabajar sus padres. Los sindicalistas me piden cosas, las que veo correctas y puedo hacerlas, no hay problemas - hizo una pausa. - Ahora te respondo oficialmente: primero que eso que has leído es solo para mujeres y viudas con hijos. Para un empresario será más caro pues esos turnos los tendrá que hacer otra persona y, posiblemente, hombre, cuyo salario es mayor, por lo que será perjudicial para la empresa al tener mayores costes. Extraoficialmente, no lo veo incorrecto, pues los niños pequeños han de ser cuidados, sobre todo por la noche, sino muchos enferman. Se trabaja muchas horas al día, eso en un futuro seguro que será una de las cosas que se tendrá que arreglar a nivel nacional. Las cosas siempre caen por su peso. En mi empresa, al menos, vamos cuidando esos detalles, y si hay hijos enfermos, cambiamos el turno para que le vaya mejor.
         - ¡Te felicito Matías! Le respondió Juan. Me ha gustado mucho oírte lo que ya sabía. Eres un buen jefe - y le aplaudió, todos se le unieron.
         - José, referente a tu pregunta sobre las sufragistas, no estaba en Londres en 1908, pero leí que Mary Leigh su principal defensora reunió a 500.000 personas, y lanzaron piedras contra el 10 de Downing Street. Es donde vive el primer ministro inglés - aclaró. - La han detenido varias veces desde entonces. Este año 1912 se falló de nuevo el intento de la Ley de Conciliación. Hubo muchos problemas. Creo, basándome en el razonamiento de Matías, que si las cosas son correctas, caerán por su propio peso y lo veremos en un futuro muy cercano.
         Las mujeres aplaudieron, todas menos Mary, que aunque no lo entendía, se les unió también lo que hizo que todos rieran.
         Tras el postre, Matías les invitó a ir a fumar a su gran terraza. Salieron los hombres afuera.
         - He visto muchos edificios nuevos. Estas calles del ensanche - Juan las señaló - hace veinte años, eran casi todos solares y campos.
         Encendieron puros todos menos Juan, que sacó un cigarrillo de un paquete de Gauloises.
         - Me acostumbré a ellos en Francia, esta marca me gusta mucho, me ha enganchado - aclaró.
         - Ahora que estamos solos, os diré que cuando me fui recuerdo que era el inicio del asesino en serie: Jaime El Destripador - afirmaron recordándolo con la cabeza. - Y resulta que ahora leo los periódicos de aquí y hay uno nuevo, esa Vampira que llaman Enriqueta Martí.
         - Menos mal que la detuvieron. Ya podemos estar tranquilos - dijo el Marqués de Marianao.
         El Marqués se le acercó a mirar la calle. Juan estaba apoyado en la baranda de piedra, mirando la calle poco transitada dada la hora, que ya oscurecía.
         - Mañana querría acompañarte a enseñarte una cosa muy bonita, ¿la tienes libre? - pregunto, recibiendo una afirmación de la cabeza. - Por favor, ven solo - y se apartó.
         Juan se apoyó en la baranda con la espalda y les miró.
         - Amigos, me gustaría sacar a discusión un tema que me preocupa mucho. Creo que aquí ocurre lo mismo - consiguió que hicieran un corrillo a su alrededor -. En Francia, en Inglaterra y en muchos sitios, aquí también, hay mucha gente sin trabajo. Veo que hay unos grupos de países, la Triple Alianza frente a la Entente. Creo que todo junto es mala combinación. No sé cuando, pero llegará un día en que habrá una guerra entre países. España no se ha recuperado de las pérdidas de Cuba y se mantendrá al margen, a menos que Italia se alíe con alguien. ¿Qué creéis que pasará con nuestra España?
          - Empezaré yo - habló Salvador Sama, Marques de Marianao - que soy el político de entre todos. De paso, Juan, te agradezco las felicitaciones que me enviaste, en las dos ocasiones que he sido alcalde de Barcelona en 1905 y en 1910. Recibimos tus cartas, pero siempre las envías sin remitente, ¿no quieres nuestras respuestas?.
         - Para ser un político, has sido muy directo - todos rieron la broma. - He cambiado varias veces de domicilio, allí es normal al ser todos alquilados. Pero háblame de tu opinión, que también me interesa - Provocó de nuevo una risa colectiva.
         - Creo que al ser la reina madre de procedencia austríaca, podría decantar un poco su opinión, pero no creo que influya en las decisiones de nuestro rey Alfonso XIII.
         - Con veintiséis años que tiene, ya no creo que se deje influenciar por nadie - habló Matías Muntadas. - Además, tiene un amplio gabinete que le dirá que en caso de guerra, siempre es mejor ser neutral. Yo por la parte que me toca, seguro que sacaría más negocio siendo neutral. En todas las guerras hacen faltan uniformes, lo podría vender a cualquier ejército.
         - Nuestras últimas experiencias en guerras en  1898 fueron calamitosas. Perdidas Cuba y Filipinas, ya nadie desea un nuevo enfrentamiento con nadie. Además seguimos en continuo conflicto con Marruecos. Solo un tonto se metería en otra y, además, lejos de nuestras fronteras - comento José Mansana.
         - Si es por Marruecos, sería mejor aliarnos con Francia e Inglaterra - volvió a comentar Matías Muntadas.
         - Desde Inglaterra, por lo que he deducido, a España se la tiene en segundo orden. No tiene ya un gran potencial militar. Creo que les haríamos un favor, sino nos postulásemos por nadie. Por eso veo bien la neutralidad, podremos exportarles a todos - Juan dijo lo que sabía, todos asintieron. - No se sabe, ni dónde, ni cuándo, ni el porqué, pero todo está, como en Inglaterra se dice en
Stand By: parado. No hay nuevos contratos, nadie se quiere comprometer en negocios a largo plazo.
         Salió en ese momento Mary a la terraza y se acercó a Juan. Le introdujo la mano en el interior de su chaqueta y sacó el paquete de cigarrillos. Todos la miraban, no sólo por el fumar, sino por la forma de hacerlo tan descarado. Con caricias en la cara hacia Juan, sin pudor alguno.
         - ¿Pero cómo lo haces? - preguntó José Mansana. - Ya cuando te fuiste con aquella francesa, que hacía como ella, acariciarte delante nuestro poniéndonos nerviosos.
         - Ah sí, mi amiga Margot, la hija del dueño del globo cautivo - paró un segundo de hablar pensando. - Ella no entendía que caballeros tan importantes como vosotros, vinieseis a hablar conmigo, incluso pagando las cinco pesetas que costaba subir, que ni ascendíais siquiera. Ella fue conseguida por vosotros, pues me ayudasteis - jeje rió falsamente.  
         Mary le habló al oído algo.
         - Matías, me pregunta si tienes una relación de las obras que tienes expuestas en tus paredes, si las describes y escribes cómo, dónde y cuándo las has obtenido.
         - No, ¿es necesario eso? - respondió.
         - Pues claro. Con ello se sabe su procedencia. Si te las roban puedes decir que las tenías y eran de tu propiedad. Si las aseguras les puedes dar un valor. Ella te los podría incluso valorar, entiende de eso, ya lo ves.
         - Hay muchas cosas que aquí aún están sin desarrollar, pero allí en Inglaterra se hacen desde bastante tiempo. Ah señores, un nuevo tema que creo que no os interesa mucho, pero que desde que estoy allí veo que es importante: el deporte.
         - ¿Es importante eso?  - preguntó Salvador.
         - Creo que sí, no hay en las Olimpiadas de  Estocolmo ningún representante atleta español, ¡no le dais importancia! - finalizó. 
         - Bueno, aquí algo hacemos, pero es en plan amateur, allí es profesional - puntualizo José Mansana.
         - Me he acordado de eso porqué había un pasajero en el barco, un inglés con el que congenié Míster Barren, un entrenador de fútbol. Me dijo que aquí en España, uno de los jugadores, hace de jugador y entrenador, mientras que en Inglaterra, tienen a un profesional exclusivamente para ese puesto. Viene a hablar con el club de fútbol de aquí: el Barcelona FC - sonrió y levantó el dedo índice. - Este es un profesional, seguro que hará cambios en la forma de jugar y de entrenar. Allí el fútbol es más duro - aclaró.
         Salió a la terraza un sirviente y le dijo algo al anfitrión.
         - Señores entremos a tomar un café y una copa de Coñac.
         José Mansana se acercó a Juan.
         - No te vayas, sin pasar a verme - le tendió una tarjeta de visita - puedes venir solo o acompañado - ambos rieron entrando los últimos en la casa. 

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Capítulo 17 ( Penúltimo ) - Novela: Los Pesos Fuertes del Banco de Barcelona

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Epílogo - Novela: Los Pesos Fuertes del Banco de Barcelona

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